Estos 40 días son como ir a merendar cada tarde a casa de la Sagrada Familia, pero sin merienda.
Le digo a María
- Eso de amar a los enemigos, es tremendo. Escuece, me revuelve por dentro y me duele mucho.
- Lo sé. - me dice mientras sus ojos se llenan de lágrimas - El dolor puede aniquilar pero también puede construir y renovar.
Una mirada rápida a la frente herida del Hijo; después a Sus Ojos. Y sonríe
- Yo como que no puedo, no sé transformarlo en amor.
- Lo sé. Buscaremos ayuda.
Toma mi mano y la acerca a la del Hijo.