domingo, 31 de diciembre de 2017

Veinte años después 8

Han pasado veinte años
Había olvidado ese día
Pero hoy al veros, he recordado.
Señor, ibas andando con tu Madre
yo os seguía
Te has vuelto y me has tendido la mano
Hemos hablado un rato.

He salido de la posada, cansada, hecha un deshecho
Lo que dicen los del pueblo de mi, todo lo malo, es cierto
Me arrastraba pensando que esa era mi identidad y mi esencia


Después de hablar con el Señor y su Madre
he vuelto siendo más yo
y menos lo que decían los del pueblo

sábado, 30 de diciembre de 2017

Veinte años después 7


Tras un rato de silencio, Nico se arranca a hablar

Lo siento
Siento no haber confiado en Dios,
haberle echado la culpa de mis desgracias.
¿ Por qué habré infravalorado al que lo puede todo'
Desprecié  su poder
Pero al verlo tan pequeño,
ahora sé que Él es el más grande.

Veinte años después 6


Habló Juan, el del mal genio

Sois vos, el que esperaba;
el único que que puede trocar el mal que he hecho
Estoy repleto de lágrimas, y llanto
la angustia  me tortura  cada noche
ni una he podido dormir tranquilo
Por la mañana el dolor me acompaña,
el miedo me ahoga al mediodía
Todo cubierto por una mascara
que no deja que salga el veneno
y permite que me pudra por dentro.
Solo Vos podéis despejar el camino
Reconstruir mi alma




viernes, 29 de diciembre de 2017

Veinte años después 5

Esa noche, con el Niño en brazos, levanté la mirada buscando  a María. Ella estaba arrodillada a mi lado, junto al Niño. Rezando.
Tio Pedro, mi padre y los pastores, un  poco más lejos, también se habían arrodillado.
El corazón del pequeño latía con fuerza. Los ojillos le brillaban con la ilusión del niño que ha conseguido el regalo que anhelaba

Manolo, el pastor más lento, se arrancó a hablar

Eres Tú el que esperaba
La claridad  que decían que existía
 pero yo decía que sería imposible ver
Yo soy el tonto. El que no tiene sentido.
El que da disgustos y trabajos
El despojo, el que cansa,
el que va consumiendo la paciencia de todos
El olvidado del cielo , decían.
Pero Tu no has querido dejarme solo
Has venido a defenderme
Porque soy de Dios, el pequeño de sus ojos
El centro de Su corazón

jueves, 28 de diciembre de 2017

Veinte años después 4

Cuando tuve al Pequeño entre mis brazos, cerré los ojos.  Sentí que había encontrado mi casa. Mis brazos y mi regazo se sentían  en pleno funcionamiento. Mi boca cantando canciones, mi oído atento a su respiración. .. Mi sitio estaba allí, sentada entre pajas , en medio del campo, cansada y casi sin abrigo en la noche fría, pero  con Él entre mis brazos.
Fijé mis ojos en  los ojos del Niño Ya no pude despegar mi mirada.
Olvidé las noches de llanto, las preguntas llenas de insultos de los otros niños, la soledad que apareció al desaparecer mamá, las rabietas con los que castigaba a padre por no haber sabido retenerla, la amargura que quedaba al fondo de mi alma. Ira, rabia, dolor .....Todo, absolutamente todo eso, El lo estaba sanando. Me sentía libre, en paz, satisfecha. Y sobretodo muy muy muy feliz.

Pasaron los años. A los dos meses de cumplir los trece, falleció padre Me fui a vivir con los abuelos. A los quince, volviendo de la fuente, una vecina me dijo que mi madre había muerto. Pensaba que había fallecido hacía años,  pero ella me dijo que no, apenas hacía una semana que había muerto. Y siguió contándome: mi madre se fue del pueblo, dejándonos a mi padre y a mi.  Abandonando a su única hija, a mi. Mi padre decidió evitarme el dolor,  decirme que había muerto.
Ese día me acabé de romper por dentro. Nadie, ni siquiera mi propia madre, me había querido.

Si hubiera podido recordar la expresión feliz del Niño, deseando que lo acunara en mis brazos. La  mirada sobrecogedora, impresionante;  conmovedora, Si hubiera retenido por siempre en mi cabeza ese momento, entonces nunca nada ni nadie me habría podido hacer  ni el menor daño.


miércoles, 27 de diciembre de 2017

Veinte años después 3

José fue  el que nos dio entrada en la gruta y en la  Familia. Cuando me vio , no me trato como una cría, ni me dio ordenes como hacían el resto. Él no. Me preguntó si quería ver al Niño , y como yo dudaba, me animó a avanzar hacia él. Tropecé, me caí Él me dio la mano para levantarme y seguir avanzando. No me alzó en brazos, como hacía papá cuando olvidaba que ya era mayor.
Allí, estaba Ella. Ella y el Bebé.  Nunca vi en nadie más ese cruce de miradas. Ella se desvivía por El. Lo recogía en sus brazos, y le cantaba. No podía respirar sin El.

Era el Bebé más especial del mundo. No se parecía a los otros...Sus manitos, los deditos de los pies, las orejillas... todo era más delicado, y a la vez más fuerte. Era como si todos los bebes que conocía, fueran copias no muy perfectas de ese Niño. José me animo a sentarme para poder cogerlo entre mis brazos, Me buscó un sitio y cuando me vio segura, avisó a María.

Me daba miedo... pensé que podría hacerle daño... a El y a Ella. Ella parecía tan unida a su Bebé , que al separarlos imaginé que ella dejaría de respirar, de sentir. Yo había perdido a mamá, y no quería que el bebé perdiera a la suya. Así que pensé en decirle a José que no era buena idea, el Niño dormía, no había porque molestarle.

Pero Ella, fue Ella quien se acercó y me puso al Niño entre los brazos. Mi plan era fijarme en su cara, y devolverle el Niño en cuanto María se empezara a poner  morada o pálida.  María con mucho cuidado lo levantó. Al separar su cabecita de su pecho, su brazo empezó muy suavemente a estremecerse. Al dejarlo en mi regazo  y alejar el brazo y la  mano de su cuerpecito, su labio temblaba.   La miré preocupada; y Ella me  sonrió y asintió con la cabeza murmurando " haz lo que El diga" , fijando en el su mirada. En ese momento el Niño abrió los ojos, y la miro.... No se que le dijo con esa mirada, pero la cara de ella, en vez de volverse morada , resplandeció.  Me pareció que era un regalo del Niño a Ella, un momento de ellos, y que no tenía que mirarla


martes, 26 de diciembre de 2017

Veinte años después 2

Recordaba. Y al recordar mi corazón que estaba agotado, ha vuelto a latir con fuerza. Al veros  vivir , ha renacido en mi la  esperanza,  las ilusiones. Yo os he seguido   Y la vida ha vuelto a llenarme;  la luz ha vuelto a fijarse en mis ojos.  La emoción llenaba mi alma.  Y no podía dejar de miraros.

Esa noche, hace veinte años, yo no tenía sueño. Pero todos dormían. Me levanté, me acosté, me volví a levantar. No me dejaban alejarme ni despertarles. Decían que era muy niña, aunque mis ocho  años a mi me parecían  una eternidad  Antes dormía siempre en casa, pero al morir mamá, padre no quiso separarse de mi ni  un día, y me llevaba a dormir con él al campo, con los otros pastores y las ovejas, a pesar de las quejas de mi abuela .

Vi la luz, los  ángeles, a tío Pedro despertarse y despertar a padre y al resto. Los escuche hablar,   discutir, decidir, opinar... hasta que tío Pedro se plantó y proclamó bien alto dijo que él iría a buscar al niño, que se uniera quien quisiera.... Se levantó y arrancó a andar. Detrás padre, y yo de su mano. Detrás siguieron el resto de los pastores.

Recuerdo  llegar, y esperar lejos del portal, mientras papa y tío Pedro se adelantaban para hablar con ese señor que cuidaba de la Madre y el Niño. José se llamaba,. Se convirtió en amigo de la familia. Aun guardo  unas cucharas de madera con unos corderitos tallados en los extremos, que nos regaló antes de irse de Belén



domingo, 24 de diciembre de 2017

Veinte años después 1

Hoy, veinte años después, os he vuelto a ver

Con el corazón agarrotado y  la mirada cerrada;  aun así, os he vuelto a ver

Tu Madre llevaba un pequeña tinaja con agua. Tú, un paquete que  parecía pesado, aunque lo alzabas como si no costara nada. Ibais hablando , en conversación animada

Ella ha tropezado, ha estado a punto de caer. La has agarrado del brazo y ha recuperado el equilibrio, apenas tres gotas han caído de la tinaja.

Yo ya no tenía alma, ni fuerzas... Al veros, no entiendo como, la memoria se ha puesto en marcha
Entonces  tú eras un bebé y ella una joven que sin dejar de ser una  niña, aprendía a ser mamá

Tu mano sosteniendo con fuerza su brazo, la  sonrisa de tu Madre, la caricia casi invisible al ponerse en pie .... Exactamente los mismos gestos de complicidad y expectación que hace 20 años Con la misma fuerza que teníais esa noche en la que todo empezaba y afrontabais sin miedo, con confianza e ilusión la misteriosa aventura que se os presentaba

Por el camino os habéis cruzado con una viuda. Los dos habéis saludado a la vez . Yo os seguía