miércoles, 14 de agosto de 2013

Cenicienta

Viernes del mes de agosto en una ciudad  abrasadora. Es tremendo el contraste entre ésta zona tan desierta y la multitud que abarrota el centro.

De repente, en plan genio de la lampara maravillosa, aparece a mi lado, sobre la acera, un motorista.
Me mira y repite "no tengas miedo". Como por arte de magia, con esa frase, sí genera miedo

Se quita el caso y empieza a hablar. Que si tiene una cena con un grupo de amigos, que si han hecho una apuesta, que el último pagará la cena, que están allí mismo ... Resumiendo, tiene que llevar un zapato de chica. Y quiere el mio.

Son las nueve, y , aunque él no lo sabe, ya estoy en la esquina de casa.

Se baja de la moto y me cede el asiento a cambio de mi zapato, que no es zapato, es alpargata.

Se va. Yo espero.
Agarro el móvil y contesto mensajes. 
Espero, espero y espero.
Hago una foto de mis pies con y sin zapato y se la envío al grupo del trabajo para que se rían un rato
Espero y espero
Vuelve el motorista y me devuelve el zapato envuelto en un "gracias" y una sonrisa.
Recuperada mi alpargata, me bajo del trono de su  moto.

¿ Era una reunión de príncipes con zapatos y sin cenicientas?
¡ Qué raras son las versiones modernas y reales, de los cuentos de siempre!.






3 comentarios:

  1. Felizmente para él, confiaste. Aunque hubiera sido raro el robo de un solo zapato, ¿no?

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  2. ¡Qué cosas te pasan, chica!

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  3. Buf, yo no se lo habría dado. Que se lo monten de otra forma, allá ellos.
    Por cierto, ¿la foto de los pies?...... :)

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