Algunos de los libros entraban y salían continuamente de las estanterías, apenas pasaban una noche en la biblioteca, al día siguiente volvían a salir. Otros llevaban días y meses, y años en la misma estantería, quietos, sin que nadie los mirara, los reclamara. Estos son los que más disfrutaban de las historias ajenas. No eran envidiosos, ni se les había amargado el carácter. Al contrario, aunque lo que más deseaban era escuchar historias del exterior, entendían que los libros viajados, al regresar, podían estar cansados Así que no insistían ,y les dejaban descansar, aunque se arriesgaban a que al día volvieran a salir.
Cada uno de los libros que salían ,volvía explicando una historia maravillosa. A veces más sencilla, otras más espectacular, pero siempre interesante. No solo cada experiencia era distinta, sino que cada libro la vivía de forma diferente, según fuera su esencia. Para el Quijote, todo eran batallas y aventuras Las obras de Shakespeare se tropezaban siempre con incidentes relacionados con la política, la autoridad, las parejas y siempre empapado de todo tipo de pasiones: amor, odio, celos, envidías.... Para Platero el mundo era pura ternura y poco complicado
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