Sábado 28 de mayo
22.30h
Preparados para iniciar la procesión que irá desde la catedral hasta la Mercè.
Barcelona es contraste de silencio y estallidos; siempre en tiempos alternativos, nunca solapados.
En la plaza de la catedral, redoblan los tambores. Anuncian la llegada de la imagen.
El sonido juega a squash, golpeando los muros para volver a rebotar y chocar con las paredes de delante.
Un terrado, que hace un minuto permanecía dormido, en un instante despierta con vida Su vacío se llena de brazos, banderas blaugrana y gritos que nos llegan enmudecidos por la distancia. Unos minutos y todo desaparece. Vuelve el terrado otra vez al silencio, estático.
Empieza la procesión por las callejuelas del casco antiguo. Las paredes nos escuchan, y aunque disimulan yo sé que se emocionan al volver a oír el avemaría. Como en años antiguos, que para esas calles fueron sus primeros años, extendemos por el recorrido avemarías, velas y canciones. Los edificios sienten el cosquilleo que produce recordar sus tiempos jóvenes.
El Barça ya ha ganado. La gente sale de los bares, de los balcones, eufóricos por el triunfo. Un turista, cuando pasamos, grita con la voz que ya no tiene: “Visca el Barça”. La gente nos saluda con gritos y moviendo los brazos. ¡No me lo puedo creer! Confunden la procesión con un homenaje al equipo ganador.
Que contagiosa y vital que es la alegría. Me queda claro que es un don que todos necesitamos y buscamos. Nos aferramos con fuerza a todo lo que nos proporcione algo de felicidad, aunque solo sea un suave reflejo.
En el fondo, nuestros corazones son corazones festivos.
En el fondo, nuestros corazones son corazones festivos.
Llegamos a la Mercè. La iglesia iluminada y repleta.
La Mercè, Princesa de Barcelona, como siempre, Preciosa.
Al ser ya tarde, no me quedo a Misa. En esta segunda plaza, me alejo un momento de los amigos, para saludar a unos padres de catequesis y ponerme al día. La hija mayor de 20 años ya tiene novio formal, y la madre se preocupa porque ve aún a su “niña pequeña”.
Cuando acabamos de hablar, se van y yo intento localizar a mis amigos.
No los veo.
No me apetece volver sola con la movida que hay por el centro.
Pero ¿de alguna forma tendré que volver a casa, no?
He orado contigo al paso vuestro. La Mercè la imagino preciosa y llena de gentío piadoso.
ResponderEliminarAdoro las escenas costumbristas y si están bien narradas, mejor que mejor.
Muchas gracias. Un beso y feliz fin de semana.
gracias por ese hermoso compartir gracias por trasmitir vida eso llega mil gracias por tu espontaniedad que Dios te bendiga muy unidas en oración y un feliz dia
ResponderEliminarQue bonito recuento de algo entrañable. Lindo, Amiga.
ResponderEliminarCapu: Gracias por acompañarnos en la procesión. Es genial tener a alguien experto
ResponderEliminarAquí casi no hay, y se echa de menos ver imágenes religiosas en la calle. Sobretodo ahora, que intentan eliminar todo lo que huela a religión. Como los que propusieron que en los colegios, se llamara fiesta de invierno y de primavera a la Navidad y a Semana Santa.
Lourdes: gracias por comentar y por la oración de cada día
AleMamá : me alegra que te haya gustado. De aquí a nada, tu nieta podrá leer los blogs ;O)
Bsos a las tres