jueves, 5 de julio de 2012

Ropajes sonrientes

Lo recordé al leer una entrada de Todoerabueno

Lo escribí allí como comentario
Pero creo que Josep bien vale una entrada, así que copio aquí el comentario


Cuando daba catequesis a los peques pequeñísimos (4 y 5 años y algún hermanito de 3) al final de la clase íbamos a la capilla 
El recorrido lo hacíamos cantando y con una sonrisa, como se camina hacia el cielo. 

Al llegar, antes de entrar, parábamos para arreglarnos; y así hacer sonreír a Dios al ver que nos hacía ilusión visitarLe. 
Primero cada niño se peinaba, pasándose las manos (bastante sucias las suyas) por el pelo. 
Luego se frotaban las mejillas, como si se lavaran la cara con agua cristalina. 
Se ponían la sonrisa en la boca, los ojos y las orejas 
Alisarse la camiseta, cogerse el pantalón por la cintura y agitarlo, como colocándolo bien, planchar la ropa con la mano…. 

En eso que me fijo en Josep de 3 añitos, que lleva un pantalón muy moderno, a dos tonos. 
Azul por fuera y ¿ azul más oscuro por dentro? 

Ay, que hay un charco alrededor de sus pies¡¡¡¡ 
El peque estaba tan concentrado cantando en el camino y arreglándose, que no se había acordado de pedir por el lavabo. 

Ese pantalón mojado, o el ropaje de quien se arregla para ir a Misa, o el mono sucio y sudado de quien pasa por la iglesia después del trabajo, o el vestido de novia sencillo o recargado… 

Yo creo que todos y cada uno hacen ilusión a Dios, si la intención es demostrarle cariño . 
Si solo valiera un “uniforme”, para mi que se perdería parte de la ternura de esta familia. 

Nota: Con el límite que marca el sentido común No se trata de gastarse un pastón en el vestido de comunión de la niña o ir a Misa en bañador y con la toalla al hombro.

                                

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