martes, 16 de septiembre de 2014

La ofensa invisible

Salgo de Misa y me encuentro con una cara conocida esperándome en la calle. Es un  amigo de un amigo de un amigo, o algo así. Lo cierto es que no recuerdo su nombre, ni siquiera de quien es amigo, pero sí recuerdo su cara. Habremos coincidido, años atrás,  en algunas cenas de esas de más de 20 personas  o fiesta de fin de año. Hacía tiempo que no le veía
Me para. Yo sonrío. Él me dice
 - Miriam, quería hablar contigo. Quiero pedirte disculpas
 - ¿Disculpas ?
- Sí , porque no me he portado bien contigo. Quiero pedirte perdón por el desplante. 
- ¿ Desplante ¿A mi? 
- Sí, ¿no te acuerdas?
- Pues no. 
Lo cierto es que no recuerdo haber intercambiando más de dos frases seguidas con él. Nos habremos saludado y poco más. No entiendo ni como recuerda mi nombre
- ¿No? - pone cara de alivio y ojos alucinados - Pues entonces nada.
Y se va.

Inmediatamente mi mente empieza a rebuscar por los recovecos de la memoria, interrogando a cualquier posible recuerdo sobre cual puede ser la ofensa recibida. En eso mi mente no es nada simple, más bien es enrevesada, y no para hasta que encuentra una explicación. Al mismo tiempo, voy andando por la calle y sonriendo al pensar en la cara que ha puesto  Anda que no se ha quedado tranquilo al no tener que disculparse.

Al final, la parte más sensata de mi cabeza concluye que
- o  me ha confundido con mi hermana (somos muy parecidas) ofendiéndola a ella y pensando que era yo
- o es una apuesta
- o el chico tiene un lío mental importante. 
- otras opciones a las que mi mente no llega.

La opción de que la que esté fallando sea mi memoria, la descarto. Si fuera una tontería lo recordaría por divertido, y si hubiera sido una afrenta real, lo recordaría por la cicatriz de la herida.
Desgraciadamente me es difícil perdonar las ofensas reales, pero con ayuda del Jefe se puede conseguir. Pero olvidar por completo hasta no llegar a recordar el daño sufrido, me es casi imposible. Además no recuerdo haber tratado con él como para que haya podido llegar a ofenderme.

Y así me he quedado, con la duda sobre la afrenta invisible recibida y el recuerdo de su cara. 


                                                                                 

2 comentarios:

  1. Tal vez fue algo que él notó y tú no. Lo más probable es que nunca lo sepas.

    ResponderEliminar
  2. Quizá pasó a tu lado sin saludar, y tú tal vez eres miope como yo, y no te diste ni cuenta. Ahora se disculpa y tu sin enterarte de nada. No te lo creerás, pero estas cosas absurdas pasan a veces...

    ResponderEliminar