Mientras espero el cambio, la panadera me cuenta el sufrimiento de la viejecita del recogido de plata
Viuda desde hace seis años, cada día habla con y reza por su marido, Joan González. Una vez al año, para todos los santos, pide a su hijo que la acerque al cementerio para llevarle flores y rezar delante de donde fue enterrado su cuerpo
Y cada año, junto a la tumba, encuentra un hermoso ramo de flores, fresco, grande, con una escueta dedicatoria: “Con amor”
El primer año, indagó, preguntó e intento averiguar de quien era el cariñoso detalle. No era de la familia, no era de los amigos, no era de los compañeros de trabajo, no era de los vecinos. ¿De quién sería?
Surgió la duda: ¿una amante? ¿Alguien con un vínculo especial, que no quería darse a conocer pero no renuncia a su recuerdo?.
Cada año, al volver al cementerio y de nuevo encontrar misteriosas y frescas flores, se reforzaba la sospecha hasta llegar a convertirla en certeza. Al tiempo se acrecentaba la tristeza de la abuelita y aumentaba su angustia ante la posible infidelidad de su pareja
Pensó en dejar un mensaje o en poner cámaras de video, algo que eliminara de una vez las dudas.
Este año, ella, su hijo y la nuera han ido temprano por si encontraban al personaje misterioso.
De lejos han divisado a tres personas, una pareja mayor y un chico joven. El con gruesas gafas que indicaban muy poca visión. Ella algo desorientada. El chico, trabajador del cementerio, les ayudaba a llevar el ramo.
La abuelita de plata con la nuera, se han quedado a cierta distancia. El hijo se ha acercado para despejar de una vez sus dudas.
La pareja se explica. Cada año dejan un ramo en donde reposan los restos de su hijo, Jaime González, fallecido hace unos años. En el primer aniversario, les costó encontrar la tumba, pero ahora ya se han aprendido el camino.
La expresión al enterarse de que llevan años dejando flores en otra tumba, ha sido conmovedoramente triste.
Comenta la panadera que la abuelita de plata, eliminadas las dudas sobre su marido, canta, rie y no para de hablar de su marido.
Ha rejuvenecido diez años.
Gracias que Dios te bendiga hermosa reflexión hay amores que no se pueden olvidar por que nunca mueren siempre estan vivós unidas en oración y un abrazo
ResponderEliminarConmovedor.Expliquele en mi blog por favor a Pablo algunas cosas de ciencia y razón.
ResponderEliminarConmovedora historia
ResponderEliminar¡Gracias por la historia!
ResponderEliminarEs entrañable, pero también un poco triste en lo que toca al matrimonio despistado.
¡Un saludo!
Dentro del equivoco no deja de tener algo de gracia, pobre abuelita,y pobre familia,
ResponderEliminarsaludos
Mi estimada Miriam. Estoy a tu lado.
ResponderEliminarEl lunes día 22 del corriente es mi santo y voy a dar un premio precioso ya propio de mi blog, regalo de una seguidora que me hace los premios para que los reparta.ven a buscarlo el lunes pero ya apuntate en mi blog de premios que está en la primera pluma de oro, ponte de seguidora, así tengo a todos los amigos reunidos y no me pierdo buscandolos entre todos los seguidores.
gracias
Recibe mi ternura
Sor.Cecilia
Que triste para la otra pareja descubrir su error y que alivio para la abuelita!
ResponderEliminarBesitos,
Gracias a todos por comentar.
ResponderEliminarLa historia es verdadera.
Cuando me la contaron,hace unos dias, sonaba más divertida
Quizás porque la persona que la relataba conoce mucho a la ancianita, y se alegraba un montón de su "liberación de las dudas" y su explosiva alegría
Que tengais un muy buen fin de semana¡
Hola, tiernísimo y encuentro graciosa la cosa.Gracias.
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