9.30h
No la encuentro.
No está en el monedero, ni se ha colado en la funda de las gafas.
En los bolsillos del abrigo, solo hay un clínex y en el del tejano, una tarjeta de metro.
He mirado debajo de la cama, en el armario, en el coche.
Nada…
Justo hoy, que tengo esa reunión con asistentes especialmente nerviosos y en un tema que nos afecta vitalmente a todos.
Pero no hay problema, podré vivir sin ella. Solo tengo que concentrarme un poquito, disimular, jugar al papel dominante…
22.30 h
Todo ha ido bien, gracias a Dios, y además he aprendido algo importante: controlar el brillo de los ojos me es imposible.
Va a ser que no, que no puedo funcionar sin ella. Cuando me falta, intento cerrar la boca y cuando menos me lo espero, se abre. Quiero agarrar los brazos para aquietarlos y va y ellos, obedientes pero rebeldes, se cruzan en plan desafiante. Y los ojos, esos definitivamente van a su rollo.
Ahora sé que necesito llevar siempre un repuesto de paciencia.
Y junto con ella, por si se acaba y me quedo con el depósito vacio, una gran dosis de humildad. Para rectificar, para suavizar, para provocar el encuentro.
Para aprender a querer como quieren los que saben de amores.
Miriam, menudo suspense, hasta el final no sabía a qué te referías... ¡y yo pensando que te habías dejado olvidada alguna cosa, como las gafas, por ejemplo!...
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada, Miriam... Paciencia y humildad, un buen tandem.
Un abrazo y feliz día.
A mí me ha faltado la paciencia leyéndote, quería llegar al final aprisa. Al final supe de qué se trataba.
ResponderEliminarGracias por la entrada.
Un beso.
Me ha gustado mucho tu relato, Miriam. Tienes estilo, me gusta.
ResponderEliminarHa desaparecido el blog de Nip. Oh!
qué lástima... ¿se lo habrán censurado de nuevo?
En fin, una alegría el leerte.
Besitos.
Me has tenido en tensión hasta el último momento!!!
ResponderEliminarEn cuanto a la humildad... cuando una descubre lo poco que es... el vacío tan grande que alcanza a ser... lo prescindible que es para el resto.... cuando una descubre y lo acepta y se sonrie en sus adentros... una, se siente feliz, porque ante la nada del ser , no hay cosa ya que pueda herirle...
Un abrazo fuerte.
Me ha encantado tu texto, como siempre, me haces sentir muy hondo con cada relato que traes.
Gracias.
¿Sabes algo de Nip?
ResponderEliminarEntra en algunos blogs pero el suyo no abre.
Qué suspense!
ResponderEliminarNos has tenido a todos sobre ascuas!
Eres una gran narradora.
Ja,ja. No esperaba generar tanta intriga¡¡
ResponderEliminarLa reunión la tuve ayer.
Y una, o sea yo, que acostumbra a estar tranquila, a ser bastante ecuánime y ponderada,a buscar puntos de encuentro y evitar choques, esa una ayer,por lo que sea, estaba de los nervios.
Y me trague mi dosis de humildad, al ver que mi papel de chica centrada, en un día tan importante, lo tomaban otros.
De NIP no se nada. Espero que mañana reaparezca su blog¡
Buenas noches a todos¡
Miriam, yo cada vez me veo con más flaquezas. Creo que el camino ahora es asumirlas. Tu entrada es una ayuda. Gracias.
ResponderEliminarUn abrazo.
Yo intento ejercitarme con regularidad en la virtud de la paciencia porque, lo reconozco, me falta muchas veces.
ResponderEliminarGracias por la historia Miriam, y por los ánimos con lo del coche.
Un abrazo.
Al principio pensaba que era la Blackberry. Hay quien no puede vivir sn ella. Pero qué duda cabe que la paciencia es mucho más importante!!
ResponderEliminarUn abrazo!
Si era algo importante, haberle rezado un padre nuestro a San Antonio, seguro que acaba apareciendo cuando menos te lo esperes... XDD
ResponderEliminarBuenísimo, Miriam.
ResponderEliminarMe paso el día aprendiendo y me parece que tu blog es una buena escuela. Me ha encantado la entrada de hoy.
ResponderEliminar