Y se acurruca entre sus brazos, y se duerme
El entorno, el decorado, no importa.
Puede estar en su casa, en casa de unos amigos, entre la nieve helada de la montaña o en los grandes almacenes dos semanas antes de Navidad.
Puede ser que les rodee el bullicio del mercadillo, el rugir de los leones del zoo, el golpear de las olas de la playa, los avisos de la estación de tren o el bibidi babidi bu de la canción del hada madrina de la película de Cenicienta
En esta travesía hacia casa, cuando el cansancio no nos deja avanzar sonriendo, hay que saber desconectar y dormir confiados en brazos de mamá.
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