Escuchaba.
Hablaba de las heridas, de cocina, de esperanza, de fragilidad, de ilusiones, de una tierna mirada, de vida.
Te interpelaba.
Contaba de la mirada del Señor, de la importancia de reflejarla.
Soñabas.
Proclamaba la verdad de Su Amor.
Te entusiamabas por encontrar esa Primera Mirada.
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