Sucedía. Siempre. Venía un amigo a casa, veía a la abuela, se la presentaba, y en menos de 3 minutos se volvía un fan incondicional del proyecto de la abuela.
Su abuela vivía cada día preparandolo todo para el acontecimiento, pero no cualquier celebración , sino para "el" banquete.
Se levantaba cada día repasando los detalles que harían de ese día, el mejor de todos.
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