lunes, 7 de junio de 2010

Corazón gigante

Un domingo a las 12h llegó a la aldea y se situó en la casita de la calle del Sí número 25.

Al principio no le hicieron mucho caso, estaban todos muy ocupados en trabajos, fiestas y familia. Pero era difícil mantenerse indiferente ante un corazón tan tan grande y llego un momento que no se entendía como habían podido vivir sin ella.
En semanas su fama había llegado a todos los rincones del pueblo, a los seis meses todos conocían a alguien que había recuperado la alegría gracias a ella y al año había rellenado de cariño los huecos y grietas, grandes o pequeñas de las almas del pueblo.
Y aunque por voluntad, dejadez o mala suerte, se volvieran a deteriorar, si llamabas a su puerta, volvía a repararlas y llenarlas de cariño.
A veces, al atardecer, se acercaba a aquellos que no podían o sabían pedir ayuda, y los curaba con aún más mimo y ternura.
¿Quedó alguien sin recibir sus bendiciones?
Sí. Sólo aquellos que negaron sus grietas.

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