miércoles, 23 de marzo de 2011

Gimnasio

Antes de empezar la clase del gimnasio, bromeamos con el profe.

Apostó, perdió y hemos ganado una clase relajada.
Aunque entre las bromas se siente que los alumnos prefieren clases cañeras, duras. Y eso que no somos súper mega-jóvenes-gimnastas. Mas bien todo lo contrario.
Pero lo agradable de una clase, aunque no lo parezca, es notar que ejercitas los músculos Y que al día siguiente duelan... ligeramente.

El día a día y los años hacen que el cuerpo olvide cual es su posición correcta, la más eficiente,  y se relaje. El ejemplo más típico:  sentarse con la espalda no muy derecha.
Por eso es necesario  fortalecer los músculos y vencer su resistencia y pereza para que puedan ejercer su función. Tienden a evitar el esfuerzo, el dolor, creen autoprotegerse. Pero luego agradecen las caminatas, el subir andando las escaleras, el partido de fútbol, la natación, la gimnasia o lo que sea que les obligue a ejercitarse.

Además de fortalecer también hay que volver a recordarle  a la columna como tiene que situarse. Pobreeeee de tanto sentarse mal, se le olvida. 
Es necesario repetir la colocación adecuada, la espalda recta, para que el cuerpo la recuerde y la grabe en su “memoria ósea”.
Insistir muchas veces.Un día tras otro, una y otra vez.
Cuando te das cuenta de que estas mal sentado, rectificar. Aunque luego, a la que te despistas, la espalda vuelve a  arquearse.
Hasta que una mañana, estás sentado encorvado, y de repente la espalda ella sola recuerda. Y automaticamente se pone derecha.
Te entusiasmas.
Y a partir de ese día, cada día con mayor frecuencia va tomando su mejor postura, esa que evitará futuros dolores.

Dice mi profe que es posible, que se consigue. Que el cuerpo al final recuerda.
Aunque yo lo veo algo muuuuy difícil, me lo creo.

Pues eso, que estaba pensando que en cuaresma, se ejercita el alma. Y también el cuerpo
Para que vuelvan a su posición según el diseño original, la adecuada, la que evitará futuros problemas.
Hay que reforzar la voluntad y recordar al alma cual es el camino de la felicidad.
Repetir muchas veces actos buenos, aunque a la que baje la guardia, me parecerá que solo salen los malos.
Poquito a poco.
Así, un día, de repente, por iniciativa propia, ellos solos, el alma y el cuerpo, se colocaran bien sin mucho esfuerzo.
Alucina¡¡¡¡
Aunque habrá que seguir trabajando, sin bajar la guardia.
Siempre con la ayuda del mejor Profe.
Alucinante¡¡
 
 

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