martes, 3 de abril de 2012

Misión "Lucecitas". Inicio.


Nos colamos en la casa, aprovechando que han dejado la puerta abierta mientras van entrando cajas repletas de  alimentos. Parece que Dicto, el ángel, ya conoce el lugar porque se dirige directamente y sin titubeos a la sala grande.

- Pronto vendrán a arreglarla y nosotros tendremos que irnos. Hemos de darnos prisa. –  comenta Dicto.

Más vale que aceleremos, antes de que entre alguien y se encuentre con el  ángel y  nosotros, los dos lobeznos, decorando el comedor a nuestra manera.  
Dicto abre su bolsa y deja junto a Béland dos botellitas, una dorada y otra plateada. Extrae después un montón de lamparitas de aceite que va colocando en el suelo. Béland las va rellenado con el aceite de las dos botellitas. No sigue ningún orden ni patrón, que para eso mi prima siempre ha sido muy independiente. Yo agarro las que ya están llenas  y subiéndome  a unos troncos, las coloco sobre una repisa.
Quedan bonitas alineadas. Quedaran preciosas una vez encendidas

Dicto mientras trabaja, canturrea. De tanto en tanto, se para, nos mira, y nos explica algún detalle de la misión que estamos realizando. Béland y yo nunca preguntamos.
Nos cuenta que ese aceite que estamos colocando en las lámparas, es un aceite especial
El de la botellita plateada  está hecho de vida y alegría. Recoge toda la ilusión del momento de dar a luz, del calor de la luna de miel, de la claridad del buen consejo, de la luminosidad del consuelo y la paciencia, de la chispa del enamoramiento, del resplandor del cariño a los enfermos, del brillo de la entrega de los sacerdotes, de la llamarada del sufrimiento...

- ¿Y el aceite de la dorada?
 Ese aceite está confeccionado con los latidos de los corazones que se acercan al Señor disfrazado, para hacerle compañía un rato.

Añado una nueva cuestión en mi lista de preguntas a realizar cuando acabemos la “Operación Vida”: averiguar quien es ese Señor disfrazado.
Imagino que será el que hemos visto esta mañana entrando en Jerusalén. Lo que no entiendo es como piensa disfrazarse. Ese Hombre desprende tanta vida que le va a resultar muy difícil esconderse. El disfraz tendrá que ser muy especial o será demasiado fácil descubrirlo.


-         ¿Y quién encenderá las lamparitas?
-     El amor que se derramará en esta sala, será el mayor que jamás se haya contemplado en corazón humano. Ni el de una esposa, ni el de un esposo, ni el de una madre, ni el de un padre. Ni siquiera el vicioso ama a su vicio como Dios ama a esa persona
-         ¿A qué persona?
-         A esa persona por quien lo dará todo.

No sé quien es esa persona. ¿Serán todas? ¿Será cada una y por eso habla en singular?

-         Vale, pero ¿quién encenderá las lamparitas? ¿Quién hará arder el aceite?

Dicto sonríe, pero no me contesta
Sigo entendiendo poco, pero suena bonito.




      

No hay comentarios:

Publicar un comentario