domingo, 13 de octubre de 2013

Me impacta. De mártires, de misericordia, de gloria a Dios.

Porque los santos, los beatos y los mártires nos llevan a la misericordia, a la paz, al encuentro con el Amor. 
Nunca al resentimiento, a la agresión, ni al odio.

Hay quien dice que solo se han beatificado a los religiosos de un bando. Yo no sé de que bando son unos ni otros. Solo sé que se han beatificado a los religiosos, del bando que fueran, que murieron por Dios. 
Dice un amigo que casi todos los beatificados son religiosos porque es más difícil demostrar la santidad por martirio de los laicos que murieron durante la guerra. Muchos laicos estaban vinculados directamente a uno u otro bando de forma política, y eso dificulta  demostrar si murieron por su fe o por un tema  político. Aunque eso no quita que Dios sabe de su sacrificio y, lo sepamos o no los de la tierra, esos mártires son santos.

Recuerdo los recuerdos de mi padre. No hablaba mucho de la guerra, y lo poco que comentaba eran momentos muy concretos relacionados con la persecución religiosa. Él era un niño , y por eso sus recuerdos guardan una intensidad especial 

Hizo la Primera Comunión dos meses antes de la guerra civil. Contaba como, al acabar la guerra, asistió a la Misa multitudinaria celebrada en Plaza Cataluña. A él, con esa sencillez de los niños, le impresionó darse cuenta de que todos los mayores sabían seguir la celebración y él en cambio no recordaba las distintas partes de una Misa. Y es que en esos últimos tres años, asistir a Misa, se había convertido en un privilegio de difícil acceso. 
Me impresiona pensar en la facilidad que tengo por el momento y el lugar en donde vivo, para asistir a Misa; y que no sepa verlo como un don. 

Durante la guerra, entraron en su casa, para realizar un registro. Encontraron libros, fotos, papeles, que no les gustaron; los agruparon y les prendieron fuego. Mientras revisaban la casa, uno de los libros que encontraron y consideraron peligroso fue su Misal de Primera Comunión. Ese era su libro de Primera Comunión, un regalo vinculado a un momento feliz, un obsequio que conservaba con mucho cariño en un momento en el que se habían acabado de golpe los juegos, los regalos, la comida, la Misa dominical ... la infancia. Era su Misal. También lo tiraron al fuego. En cuanto se fueron, corrió a recuperar su Misal. Lo ha guardado siempre; aun está en casa, medio quemado. 
Me fascina ese respeto inmenso hacia las cosas de Dios que tenía esa generación y me entristece la facilidad con que hoy en día, se toman las cosas de Dios en vano.

Antes de que se iniciara la guerra, llamaron a mi abuelo desde el convento de Valencia en donde estaba su hermana. Le comentaron que debido al ambiente antireligioso, habían decidido que por el momento cada religiosa volviera a su casa. Así que para allá fue mi abuelo, encontrándose al llegar que ya no quedaba nadie en el convento. Con discreción y cuidado, fue preguntando por las casas, hasta que alguien le dijo que estaba acogida en la casa del médico. Allí recogió a su hermana y a otra religiosa para traerlas a casa. Antes de volver, las vistieron de laicas, de arriba  a abajo, de superficie a lo más interior; ya que una de las formas de "detectar" a las religiosas era por las medias o la ropa interior. De ninguno de los dos salió nunca una palabra de queja ni de amargura. Al contrario, esas experiencias aumentaron su dedicación al prójimo
Me admira comprobar como esa generación que sufrió tanto, vivió sin rencor; como esa persecución aumentó su caridad, no su odió; destrozando  los planes de ira y odio cruzado que tenía el " bicho del tridente "   

Recuerdo los recuerdos de un sacerdote que falleció no hace mucho. Explicaba cuando era un niño y tenía que presentarse a un examen oral importantísimo, creo que era la reválida (lo siento,  mis recuerdos son a medias). Antes de ir, preguntó a sus padres que tenía que decir si le preguntaban si era católico. El padre le dijo que despistara, no estaban los tiempos como para jugársela. La madre, que siempre apoyaba al padre en sus comentarios, por una vez "matizó" su respuesta. Animó al hijo a responder alto y claro que era católico y creía en Dios y en la Iglesia. 
Me impacta ver como aprendieron de pequeños a defender su fe, de forma clara y directa. Decir la verdad sin añadir palabras de  "ataque- odio " que reducen la claridad del testimonio cristiano; y al mismo tiempo sin ocultar ni dejar opción a la duda de su condición de hijos de Dios. 


 ¡ Que los nuevos beatos sean modelo y guía y nos ayuden en nuestro caminar hacia el cielo !
                                                                             

                   

                 

4 comentarios:

  1. Es impresionante ver cómo las cosas que a veces damos por sentadas sin mayor reflexión pueden ser privilegios en tiempos difícil que, ojalá, nadie tuviera que vivir.

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  2. Buenos días Miriam. Sin duda, impactante, para despertar España. Un abrazo.

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  3. Pues a mí me impacta comprobar lo distintos que son los recuerdos de nuestros familiares según hayan estado en uno u otro bando. Por ejemplo, en Valladolid no hubo persecución religiosa, claro, porque aquí siempre fue "zona nacional". Lo que he oído yo ha sido recuerdos de guerra en general. Sí, se sabía que en el otro lado había persecución, pero ha sido ahora, con las beatificaciones, cuando hemos sabido (incluidos los que vivieron la guerra) lo mal que lo pasaron los católicos en zona roja. Es decir, gente que pensaba que lo sabía todo sobre la guerra, porque lo vivieron, están ahora descubriendo el horror que hubo en el otro bando.

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  4. Mis abuelos se casaron en Madrid durante la guerra, en un piso, con un cura de paisano y de estrangis. Mi abuelo, médico, casi se muere cuando se enteró, ya en el año 40, que mi abuela, su enfermera, había llevado el certificado religioso de matrimonio por todo el frente, escondido detrás del espejito de su maletín de mano.
    Como se sabía que su cuñado era guardia civil y estaba en el Alcázar, pasó una temporada muy dura, en la que operaba con un miliciano al lado, apuntándole con una pistola.

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