jueves, 17 de abril de 2014

Madre, le he visto en la cena de Pascua

Madre le he visto. Le he visto en la cena de Pascua;  con sus amigos. 
Hablaba Yo no entendía sus palabras, pero solo su voz ya me estremecía
Y he podido notar como a veces su voz temblaba. 

Era como si tuviera prisa
Como si hubiera desaparecer en un momento, y no le llegara el tiempo para dejar el último consejo, la última palabra de ternura, la última caricia. Y cada minuto que pasaba, era un minuto que le arrastraba a la inevitable despedida. 

Era como si tuviera prisa, y a la vez una gran calma
Como quien antes de iniciar un peligroso viaje, observa a su familia, grabando en su memoria cada detalle, cada gesto, cada imagen. Y cada minuto que pasaba, era un minuto de vida dedicado intensamente a cobijarlos,  darles fuerzas, reconfortarlos. A quererlos. 

Era como si tuviera prisa, y a la vez una gran calma interrumpida de tanto en tanto por un dolor punzante. 
Como quien por salvar a un amigo, ve desgarrar su alma; asume  las atrocidades que ha hecho el otro
Más tarde, me han dicho  que escuchará cada relato de dolor, de angustia y de miedo Todos y cada uno de los instantes más crueles de la historia, los conocidos y los ocultos, los importantes y los más pequeños. Hasta los más insignificantes insistirán en pasar por delante de sus ojos. 
Despacio, pasaran despacio, dejando ver el daño cometido, la alegría arrebatada, el sufrimiento sembrado, la ofensa al Altísimo. Todo el universo le mirará asumiendo que  El va a pagar por todo, como si fuera el verdadero culpable, el monstruo; el que destrozó el plan perfecto de Dios Todopoderoso, burlándose de su justicia, hiriéndole en su ternura

Pero eso será luego. Ahora sigue en la cena con sus amigos. Me da que no quiere separarse de ellos. No sé como lo hará , si tiene que irse y a la vez quiere quedarse y protegerlos.



   

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