Atardecer del viernes. El cielo se vuelve naranja, escarlata y violeta; el azul del mar ejerce de marco.
El día va desapareciendo, y se lleva con él el calor del día.
Poco a poco, todo resucita. El paseo se llena de gente, los farolillos se encienden, los colores cambian, el sol se aleja.
Las tardes del viernes anuncian vida.
Sí, especialmente las tardes del verano... Un abrazo!
ResponderEliminarAsi es querida amiga
ResponderEliminar