lunes, 24 de mayo de 2010

caminar también es subir

Me lo comentaba como el gran éxito de ayer de su madre; explicándolo cómo sólo ella sabe, como si fuera un retazo de una historia.

Busca en el bolso con una mano; con la otra agarra fuerte al niño del brazo, para evitar que se vaya corriendo detrás de cualquier mariposa y acabe debajo de un coche. Al fin encuentra la llave y la introduce en la cerradura girándola con un golpe seco. Al mismo tiempo apoya el hombro para traspasar todo su peso sobre el hierro que protege, decora y envuelve el cristal, y así vencer la resistencia de la puerta a dejar su marco.
Abre la puerta, la aguanta mientras empuja al niño dentro y los suelta a ambos.
Es entonces, al alzar la cabeza, cuando ve el cartel pegado sobre el botón del ascensor con un negro y enorme “no funciona”. Al tiempo retumba en la entrada el golpe de la puerta al cerrarse.
Y todo vuelve al silencio y la quietud
Otra vez por escaleras. Un peldaño, dos… Se coge fuerte a la barra y va a por el tercero.
“Uno detrás de otro”, le decía su abuelo cuando tenía la edad que él tiene ahora.
“Uno detrás de otro”, le dice ahora al nieto que intenta subir de dos en dos.
Ocho, nueve….
“Así no llegaremos nunca”, dice la voz del niño.
“Llegaremos”, dice ella
Veinte, veintiuno…….
Y llegan.

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