martes, 26 de marzo de 2013

De gallos y del manual del tentador

Dicen que es más difícil mantenerse que llegar. 
No sé como lo sentirán los vicios, pero sí sé que es evidente  que el éxito de una tentación consiste no solo en provocar la caída, también hay que conseguir que el sujeto nunca se arrepienta.

Hacer que Pedro traicione a su Señor, puede ser complicado. 
Pero servirá de poco el esfuerzo de tentarlo y conseguir su deslealtad, si Pedro después se arrepiente y se arrodilla llorando delante de Dios. 

Por eso, incluso antes de acabar de diseñar la tentación, estamos trabajando en organizar distintos planes para el momento post-traición. El objetivo es conseguir que no recuerde que su Señor ya conocía su debilidad y aun así le ama. Convencer a Pedro de que su pecado es original e inconcebible por Dios, hasta que llegue a la conclusión de que
a) no tiene perdón
o
b) Dios pide imposibles.
Así, tanto si la conclusión es a) como si es b), se alejará de la Luz  para siempre.

Tormenta de ideas
Relación de las posibles estrategias que tienen como fin  evitar el arrepentimiento de Pedro causado por el canto del gallo que le recordará  la advertencia de su Señor:

Plan A) Hacer desaparecer a todos los gallos de Jerusalén y cercanías . 

Plan B) Ensordecer a Pedro para que no oiga al gallo. 

Plan C) Convencer a Pedro de que toda todita la culpa de su traición es del gallo.

   C.1) Si el bicho ese con plumas no hubiera o hubiese cantado.... Entonces Pedro no habría recordado, y por lo tanto no habría sentido tanta vergüenza. En vez de llorar hubiera concentrado su energía en reaccionar y defender a su Señor. Habría hecho acopio de sus fuerzas, sus humanas fuerzas, y hubiera quedado como un héroe delante de Dios, defendiendo a Cristo con su bastón.

   C2 ) Si el pajarraco hubiera cantado antes, Pedro hubiera recordado la advertencia  y eso le hubiera llevado a no fallar a su Señor. Segurísimo

Plan D) Convencer a Pedro de que la culpa es de Dios. Dios es quien  pide cosas imposibles y luego encima va y se enfada y seguro que no perdona, y no acoge y no quiere saber nada más de él.
Y para colmo  es Dios quien ha inventado el canto del  gallo, el ave esa que también tiene la culpa de todo. 


                                               

4 comentarios:

  1. Buenos días Miriam. Jjajaja, me ha divertido mucho tu entrada ¡Vaya pollo!. Un abrazo.

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  2. Tienes mucha razón, Miriam. Por suerte el Señor ha pensado en todo... Un abrazo!

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  3. Muy elaborado, sí señor. Pero muy verdadero. Lo voy a incluir en la Cueva del Tesoro, que hace mucho que no se mueve, y así lo tengo a mano... por si acaso.

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