A Any le queda una tarde libre y se anima a visitar el centro con nosotras.
De su cara morena destacan sus ojos. Chispean aventura y sensatez, una mezcla extraña y muy valiosa.
Va a dedicar sus vacaciones a colaborar en un pueblo del sur, con una ONG que enseña a cultivar. Por imprevistos no muy agradables, ha tenido que postergar su partida de Addis un par de días, y hoy, vísperas de su marcha, se viene a conocer el centro.
Al entrar y ver las distintas zonas y todos los enfermos, se muestra muy sorprendida
Lo más curioso es que su sorpresa, me sorprende a mí. Estoy tan acostumbrada a que las congregaciones cuiden de los desfavorecidos, que no me he parado a pensar lo extraordinario de su labor.
Son unas 800 personas las que se atienden y duermen en el centro, sin contar a las personas que viven fuera y que son atendidas sanitariamente en el dispensario o dándoles de comer. Además de las sisters, trabajan 200 personas.
-“Aunque sólo analizaras la parte económica – me dice- mantener a tanta gente tiene que costar un pastón. Es grande la labor que se hace aquí”.
Pues sí, va a ser que sí que es una gran labor
Admirable y milagroso
ResponderEliminar¡Y parece que no hay gente trabajando por los demás!¡Cuantas sorpresas nos llevaremos en el cielo!
ResponderEliminarAbrazos
Es increible como hay de hombre y mujere que dia a dia se van entragando al servicio de los más pobre gracias hay que dar a Dios por todo ellos que se olvidan de si para dar a otros lo mejor de ellos pidamos al Señor que haga del corazón humano una casa de encuentro para el hermano unidas en oración y un abrazo
ResponderEliminarTus crónicas son muy necesarias. Las leo con mucha atención y me doy cuenta de que nuestros problemas cotidianos son "nonada".
ResponderEliminarTodos los que ayudáis al necesitado, al Señor que realmente está en ellos (Mt 25), sois un don precioso para el mundo, sois otros Cristo.
Un abrazo.
De estas cosas, y tantas otras, nadie habla.
ResponderEliminarGracias Miriam, sois, como dice Andy, otros Cristos.
Muchos besitos.
Cómo necesitamos, Mirian, leer estas noticias de vida plena.
ResponderEliminarMe ha encantado introducirme en el Centro, ojalá pudiera estar ahí físicamente.
un beso y felicidades
María Jesús: Has dado en el clavo, en ese darse hay algo milagroso, algo del cielo. Seguro
ResponderEliminarAngelo: Tienes todísima la razón. Me he dado cuenta de que el Señor actúa de forma muy silenciosa e invisible, pero actúa. A veces, como en este viaje, me deja ver cuanto amor desparrama, por medio de la gente que le presta sus manos. Y eso impresiona mogollón
Lourdes: gente que se da constantemente y sin cansarse. Y si se cansan siguen dándose. Es impresionante
Andy: Cuando volví pensaba que ya no me afectarían las “tonterías” de aquí . Y sorpresa¡¡ me siguen afectando, me sigo enfadando por “nonada”. Pero eso sí, ahora al hacer examen al final del día, puedo perdón de forma un poquito más consciente. Y dar gracias porque tanto en mis pequeñas tonterías como en sus grandes dramas, Dios siempre está cerquita.
Capu: Ha sido una bendición poder acompañar a Cristo en el cuidado de los más peques.
De todas formas, ahora es cuando llega la realidad Cuando toca ejercer la paciencia con el vecino, el desprendimiento con los amigos o la familia, la constancia en el trabajo, la humildad…. Lo de allí ha sido como un detalle del Señor, como un “Va, en Addis Abeba puedes ser generosa con poco esfuerzo y mucho fruto. Luego en casa, cuando te cueste mas, recuerda , el truco está en mi Gracia”
Mi admiración por todas las madres y padres, hijos, abuelos, maestros, sacerdotes, enfermeras y todos aquellos que se desviven por cuidar de los que tienen a su alrededor , y del Señor
Militos: Por lo que he leído en tu blog, creo que hubieras disfrutado un montón. Estuve apenas dos semanas, y se me hizo muy corto. ME hubiera quedado más , de hecho el resto se quedaban 10 días más, que es lo normal para aprovechar un viaje así.
Pero, tenía temas familiares aquí y no tiene mucho sentido irse a cuidar a los de lejos cuando te necesitan en casa.
Soy muy consciente de que la entrega y el servicio se pueden ejercer tanto en casa como en áfrica. Y por eso reitero mi admiración pro los padres de familia, que dedican su vida y esfuerzo a sus hijos. De una forma constante y sin vuelta atrás. Con todo el sacrificio y también las alegrías que eso supone.
Gracias a todos¡¡¡