Imitar el ruido de algún animal
y perder durante unos minutos toda la dignidad que te quedaba
Cada mañana al pasar por delante del bar que está en la esquina del despacho, busca con la mirada entre los que están desayunando. Si localiza a Carlos, el proveedor simpático que trabaja allí cerquita, reduce el ritmo del paso. Sin pararse y en los escasos tres segundos que tarda en recorrer la fachada del bar, ejecuta cada día un nuevo saludo inventado. Un día le sonríe, otro le saluda con la mano, le hace carotas, le señala el reloj indicándole que va tarde, le saca la lengua y se pone bizca, mueve los brazos en plan SOS, hace como que tropieza, como que se enfada...
Él la mira, sonríe y sigue desayunando. ¿Será por ella que él se sienta siempre mirando hacia la cristalera?
Ayer, después de pasar por delante de él y saludarle con cara de loca, entra en su edificio y al ir a subir al ascensor, se lo encuentra.
Y se pone blanca. ¡ Lleva un mes haciendo el número matutino a un desconocido¡ Si ya sabe ella que necesita gafas Pero tenía tan claro que era él...
Ahora cada mañana al pasar por delante del bar, él la mira. Ella mira al suelo.
Nota 1 : Hemos intentado convencerla, una amiga y yo, para ir allí una mañana a hacer un café, pero se ha negado y dice que somos malas
Nota 2 : Hoy, dos semanas después, él ya no la mira.
¡¡Nooooo!! ¡Tenía que haberse explicado! Está claro que el hombre tiene su parte de buen humor. Si no, no la habría sonreído nunca.
ResponderEliminarEn fin, pobre. Qué sofoco. Lo superará :-)
Buenos días Miriam. Ser en todo momento el mismo ser es permanecer en equilibrio.Un abrazo.
ResponderEliminarAy, la pobre... Que tierna... Y el desconocido del bar, eso huele a peli romántica. ¡Hay que hacer algo! Pedidle el teléfono o así...
ResponderEliminarA la otra chica le metió una bronca por intentar ir a ese bar a desayunar, y nos tiene terminantemente prohibido contactar con el sujeto en cuestión.
ResponderEliminarAhora ya ni bromas.
Lástima
Pero nadie nos quita lo que nos hemos reido¡¡¡