De reojo, miro la hora en su reloj.
Y no la entiendo.
En donde antes alternaban de forma ordenada, las rayitas con los números pares, ahora reina la anarquía. Los números se han desprendido y campan a su gusto por la esfera.
La mayoría se acurrucan en el perímetro, buscando una brecha por la que escapar.
El 8, que siempre deseó estar entre los primeros, luce orgulloso su cintura, en donde antes se situaba el dos.
Su cabeza, canosa, cansada, mezcla años y confunde horas.
La infancia de hace años es un ahora.
El desayuno de hace un momento es un "¿Pero cuando desayunamos?".
Reloj, compañero fiel, ha querido, como él, dar libertad al tiempo y dejar que dancen las horas.
vos lo dijiste cada uno parecer ser que volamos a nuestra ancho sin tomar encuenta el nada de la nada
ResponderEliminartriste es pero es la realidad que vivimos me hiciste pensar muy bueno saludos
Un relojero, necesitas un relojero:)
ResponderEliminarSaludos
bienvenidos milthon y dolega¡¡ Intento contestar a los comentarios, pero ... ja ja ja, lo del tiempo es como que se me aplica y cada vez tardo más.
ResponderEliminarQue tengáis genial semana