Le brillan los ojos, mientras explica como disfrutaba trabajando en ventanilla, en Caixa Sabadell.
El equipo de trabajo de la oficina era una familia, y los clientes como esos vecinos del barrio, que conoces de siempre y son casi tuyos, con todo lo bueno y lo malo, con sus historias, sus heroicidades y sus miserias.
Eran otros tiempos.
Cuenta que al nacer su primer niño, el regalo que más le emocionó , hasta hacerla llorar, fue el de la señora que limpiaba la oficina. Quería regalarle algo sí o sí, así que apareció un día con un super paquete de pañales envuelto en un papel azul celeste con nubes blancas. Una señora que no siempre llegaba a fin de mes, pero no quería dejar de celebrar esa alegría, y de una forma práctica.
También cuenta otras historias. Como la del señor con dos hipotecas, una por el piso en donde vivía con su mujer y los niños y la otra hipoteca por otro piso. Las cartas de la primera se enviaban a la casa en donde vivía Las cartas de la otra hipoteca del otro piso, tenían orden de no enviarlas a su casa; las recogía él en la oficina. A punto estuvo un chico de prácticas, al ver a la mujer del susodicho en la oficina, de darle las cartas de esa segunda hipoteca del segundo piso. Pero esas no son historias agradables, y entristecerían esta entrada.
Volvamos a las historias simpáticas
Cuenta de dos abuelitas , amigas de toda la vida, que cada final de mes se acercaban a la oficina.
Una pedía retirar en efectivo lo que había cobrado de jubilación ese mes. Allí mismo ella hacía cuatro montoncitos de dinero y se lo devolvía a la cajera para ingresar uno en la cuenta del nieto, otro en la de la hija, otro montoncito de dinero volvía a su cuenta y el cuarto no me acuerdo.
La amiga, la otra viejecita, también pedía que le dieran en efectivo la jubilación del mes. Una vez tenía el dinero en la mano, lo contaba. Una vez verificado que el importe era el correcto, lo devolvía a la cajera para volver a ingresarlo en su cuenta.
Y así un mes y otro mes.
Cuenta que da gracias por haber cambiado de empleo hace ya unos años
Eran otros tiempos
Cómo debe extrañar un trabajo con gente tan entrañable... a pesar de las historias tristes.
ResponderEliminarUf, que lo dé también por estarlo conservando.
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