Ana me cuenta entre muecas cómicas y gestos de agobio, uno de los descubrimientos que ha hecho este mes en el que ha regresado a casa. A ella, que por carácter le resulta fácil cuidar de los demás, le ha pillado por sorpresa el estres que implica tener a alguien enfermo en la familia.
Ingresaron a Pilar, su hermana, de urgencias por una enfermedad que ya le dura demasiado.
Ya en planta, en la habitación y Pilar situada en la cama, Ana baja al bar para cenar algo.
Al volver Pilar le pregunta por la comida y Ana, que es todo optimismo, le cuenta lo buenísmo que estaba el bocadillo de jamón.
- Pues yo también quiero uno - dice Pilar
Así que allí va Ana, un poco a contrapelo, a preguntar a la enfermera si la enferma puede comer un bocadillo de jamón; y después al bar a comprarlo.
Mientras Pilar se come el bocadillo, Ana la contempla. Se siente orgullosa por haber podido concederle un deseo a esa hermana que es casi imposible de satisfacer
- Mmm. Está buenísimo. Ahora baja al bar y compra 200 gramos de ese jamón
Ana alucina y le intenta hacer entender que una cafetería no es una tienda.
Pilar insiste, la pica, la reta....
Me cuenta que al final bajó a la cafetería, pidió un cortado y al volver a la habitación le dijo que no le habían querido vender el jamón.
Dice que da gracias por el móvil que le permitió contactar mientras tomaba el café, con su primas, despejar la cabeza y volver a la habitación con una sonrisa.
Con un ángel de la guarda así, Pilar se curará muy rápido.
ResponderEliminarNo entiendo ¿por que no lo intentó? probablemente se lo hubieran vendido, eso si, más caro que en la tienda
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