Miré a papá. Con un gesto de la cabeza me indicó que sí, que podía pasar entre la gente, escabullirme entre brazos y piernas y llegar a primera fila.
Desde allí, sin nadie que me tapara, pude ver como Lázaro volvía a moverse y a respirar.
Vi los ojos de Jesús llenarse de lágrimas.
Vi la cara asombrada de la gente.
Quién más quién menos presumía de haber coincidido con Jesús: había quien había hablado con El, o había estado en una de sus conversaciones, le había vendido pan a su Madre o su sobrino había recibido un beso de Ella.
En un momento dado, todos rodearon a Lázaro.
Jesús se desplazó a un lado; yo me quedé cerca de El.
Vi a la Madre acercarse, agarrarse de su brazo y susurrarle :
- Te quieren. Ahora un poquito te quieren. Te quieren y están alegres
- Les amo. Les amo por siempre, eternamente - respondió El - Amo a cada uno incluso cuando me duele.
Y rodeando los hombros de su Madre con su brazo, continuó
- ¿ Y tú? ¿ Abrazarás mi cuerpo muerto, y podrás a la vez quererles? Quiero que no les dejes solos, que les cuides. A todos, también a los más "rebeldes".
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