Ay Sra. María, ¿ cómo debe ir vuestro viaje a Jerusalen ? Ya es mala suerte que os haya tocado viajar estando embarazada. Hoy voy a hacer el último intento para conseguir un billete que me traslade en espacio y tiempo, y me lleve a vuestro lado.
Por aquí todo bien, aunque yo un poco cansada.
Ayer le contaba a Rub que no puedo más con Laura , la chica nueva de recepción. Puedo entender que se olvide de cosas y que se equivoque; eso pasa cuando uno empieza en un trabajo. Lo que no aguanto es que siempre echa la culpa a los demás; dice se que sí ha avisado cuando no lo ha hecho, o insiste en no le han pasado un mensaje, cuando eso no es cierto. Con eso no puedo, no tiene porque cuestionar la profesionalidad de sus compañeros. Cuando la mentira es muy evidente, pierdo la calma, me pongo tensa, llego a casa de malhumor, me peleo con todos, y ayer el día acabó fatal.
Comentándolo con Rub, él me ha contado lo que habéis tenido que aguantar en el pueblo. Las murmuraciones, las críticas, las risas burlonas. Como te ha dolido que dudaran de la integridad de José, o que humillaran a tus padres.
Me explica cuanto has sufrido por el Bebé, el Pequeño que está creciendo en tu vientre En vez de ser acogido como el Rey que vuelve a su casa, ha sido rodeado de afrentas y de injurias. Debería estar rodeado, desde el primer momento de su concepción, de adoración , agradecimiento y alabanzas, de rodillas que se doblaran a su paso. Sin embargo a su alrededor surgen las mofas y burlas, o como mínimo , indiferencia.
Todo un Dios que se acerca, y que es ignorado.
Y yo siento que hoy, también yo os he olvidado.
Sin embargo, a pesar de todo, del tiempo, de la distancia, de mi falta de memoria, de mis quejas, a pesar de todo os siento a los tres tan cerca...
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