sábado, 6 de abril de 2013

Sábado de azúcar

Sábado de luz, de nubes, de sol que se escapa entre ellas  y juega entre las ramas.

En el semáforo de una calle pequeña, sin coches, una madre con dos niños esperan pacientemente el verde, mientras el resto cruza con el semáforo en  rojo. Estoy a punto de cruzar yo también, cuando veo que la niña me mira. Me espero. El pequeño  juega con un sobre de terrones de azúcar.

Recuerdo de pequeña, cuando íbamos a comer fuera, a mi padre tomando café después del postre. Atraía nuestra atención con algo muy simple. Primero colocaba un terrón de azúcar sobre la cucharita de café. Luego el segundo terrón sobre el primero, como construyendo una mini torre blanca. Al final un poco de café en la cucharilla.
El blanco del azúcar se iba tiñendo de marrón, el café iba subiendo por los terrones. A veces llegaba arriba, a veces necesitaba volver a recargar de café, la cucharita. Terrones que se oscurecían, pero mantenían su dulzura.

Tanta alegría en las cosas pequeñas, pequeñitas. En las que están al alcance de todos.
Tantas mini sonrisas, que aunque no solucionan los grandes problemas, iluminan el día.
Contrariedades que pueden oscurecer el día, teñir la jornada Pero nunca, o casi nunca, anular del todo la dulzura profunda de la vida.

Semáforo verde.  El peque sigue dándole vuelta a los azucarillos. Yo cruzo la calle. Un señor que cruza de frente me mira. Me doy cuenta de que en la cara me ha aparecido una sonrisa.

  
                                                                                
   

3 comentarios:

  1. A veces es tan fácil encontrar un detalle que nos haga sonreír. Qué bueno que la niña vio que por lo menos un adulto hacía lo que es debido: esperar la luz verde.

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  2. Si hay muchos detallitos a lo largo del día que nos hacen sonreír, esa anécdota por ejemplo no se te olvida y sobretodo a los niños hay cositas que además las graban en la memoria y siempre las van a recordar. Preciosa anécdota. Y los adultos con lo fácil que es sonreír y te alegran el día, ¿verdad? Un abrazo!!!

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  3. Cuanta razón Miriam, a veces, los detalles pequeños son los que más nos hacen sonrreir y dan esos momentos de felicidad y si le sumamos vistos por los ojos de un niño, pues todavía más. Me has hecho recordar historias de mi niñez. Mechas gracias y un abrazo

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