Cole nuevo

Es el primer día que nos vemos después de verano y lo primero que me cuenta es que ha apuntado a su hijo en un nuevo colegio, ese de Sant Martí.

El chico ha repetido dos veces y buscaba un sistema para encauzarlo. Meri, separada, sale cada día de casa hacia el despacho a las ocho de la mañana y llega de vuelta sobre las ocho y media de la noche. Durante el día lo llama por teléfono, pero es difícil hacerle estudiar a distancia.

Con diecisiete años el niño entrará en un cole con uniforme, a hora y media de transporte de casa, comiendo en el colegio, de estricta disciplina, faldas por debajo de la rodilla, prohibidas las pegatinas en las carpetas y las marcas, nada de piercings ni tatuajes, trato de usted a los profesores, y en el que se reza el ángelus, el rosario y se asiste a Misa semanalmente.

A grandes rasgos, en común con el anterior tiene que es mixto y se enseña educación secundaria.

Uff, el “niño” mucha idea de religión no tiene, ni siquiera ha hecho la Primera Comunión y el Ave María no sé a que le suena. Es educado y con buen fondo pero los principios que tiene son de los que se llevan hoy en día, esos políticamente correctos y a veces no muy acertados.
Al probarse el uniforme, decía que no le cerraban los pantalones.  "Que raro,  es tu talla. ¿has probado a  subirlos hasta la cintura?. Así sí que te van, ¿verdad? "- le comenta el dependiente.

No tengo muy claro como reaccionara ante una inmersión tan directa. Meri dice que a los hijos de un amiga les fue bien y no es tanta la diferencia.

Espero que después del primer choque, el chico se integre y disfrute.