Viernes. Amor y dolor.
Salgo de casa y a los pocos metros tropiezo con Sara. Se dirige andando hacia el hospital.
Ha pasado casi un año desde que empezó el dolor.
Once meses vividos en distintas fases: jaquecas, visitas a médicos buscando poner nombre a un mal que no se dejaba definir, sospechas y confirmación del diagnóstico.
Las etapas se han sucedido cada vez con mayor velocidad: medicación, cirugía, esperanza, dolores, pruebas, miedos, nueva localización, nueva cirugía, pruebas, quimio, peluca, más pruebas, dolores, radio...
Hemos hablado dos minutos; el mal ha vuelto a aparecer. Ahora tocan más pruebas para empezar un nuevo tratamiento.
Impresiona la fuerza de Sara. Empieza y empieza y vuelve a empezar. Cada vez y en muy poco tiempo.
Se esfuerza por salir de casa, a cenar o al cine, pasear, quedar con la gente, y preguntar por nuestros afanes del día. Echa de menos su trabajo.
Es un encanto de niña, de mujer; valiente.
Reza
Rezamos
Sara, ¡valiente! ¡Ahí estamos todos!
ResponderEliminarHola. Rezamos juntos. La enfermedad recapitula toda la vida, ordena y modifica hasta la duración de los minutos.Gracias.
ResponderEliminarMiriam, me he encontrado con tu blog... y me encanta. Me gustan tus entradas, llenas de pequeñas reflexiones o de tus vivencias, -como la que narras de tu voluntariado en Calcuta- contadas con tanta cercanía. Un abrazo con cariño y feliz fin de semana.
ResponderEliminarSon muchos los que, como Sara, nos rodean y están necesitados de nosotros. No los olvidemos. Un abrazo!
ResponderEliminarAltea: gracias por el apoyo¡¡ Ayer estuve con ella y me comentó que está totalmente en manos de Dios.
ResponderEliminarTheo: Sara comenta que de todo lo que está pasando, hay una parte que se lo queda para ella y Dios. Imagino que es algo que sólo quien lo vive puede entender, como dices el cambio en la vida es total.
Teresa: bienvenida al blog. Pásate cuando puedas y quieras. A mi me encantó el post en tu blog sobre la peli del Papa JP II.
Elige la vida: cierto que hay tanta gente necesitada. Y que al principio reciben ayuda, pero al pasar el tiempo, volvemos a nuestra rutina y los vamos dejando solos. Y ellos lo notan.
Genial semana a los 4