Está enfadado porque los Reyes no le han traído un monstruo al que se le sacan los ojos y la boca.
Le explico la historia de la niña que había pedido un caballo.
-Los Reyes Magos no se lo trajeron y ella enfadada , se lo compró.
Aquí viene un silencio, a ver si pone alguna objeción. No parece
-La niña se subió al caballo, se calló y se rompió una pierna.
Miro su cara
-Se rompió las dos piernas. Y la nariz. Y las orejas. Y es que los Reyes Magos sabían que el caballo en ese momento no era bueno para ella, y por eso no se lo trajeron.
- ¡ Y qué ! ¡ Un monstruo no rompe piernas !
- Ya. Pero imaginate que le sacas el ojo - y con la mano , hago como que saco un ojo y lo guardo entre mis dedos- y el ojo rebota y se va al techo - mi puño señala al techo - y luego da contra la pared - sus ojos siguen mi mano que se va hacia la pared - y contra la otra, y contra el suelo y contra la otra pared, y al final te da en la cara
Por un momento parece convencido. Pero....
- Te lo estas inventando. Los ojos de los monstruos no rebotan
Casi, casi había conseguido convencerle.
Está claro que el magnetismo del monstruo y sus ojos, es superior a mis palabras.
Buenas tardes Miriam. No sé como pueden gustarles esos bichos.Cada vez los hacen más terroríficos.Un abrazo.
ResponderEliminarTengo que pedirle a mi hermano una imagen del bicho en cuestión.
ResponderEliminarSi la encuentro, la cuelgo¡