Cada año celebramos por estas fechas, una cena-celebración-cumple de dos amigos, en casa de un matrimonio. La de este año fue ayer. Reímos, hablamos y cenamos.
Me sorprendieron los pequeños, han crecido muchísimo. La benjamina de cuatro años, tiene carita de princesita rebelde y su hermano de cinco es serio y responsable. A los gemelos mayores ni los vimos
Nos cruzamos un momento con la pequeña, no tan pequeña, de otro matrimonio Además de guapísima, tiene una chispa de inteligencia y rapidez en la mirada y una tierna sonrisa que impresionan; de esas que sin necesidad de decir nada, te alegran el día.
Nos cruzamos un momento con la pequeña, no tan pequeña, de otro matrimonio Además de guapísima, tiene una chispa de inteligencia y rapidez en la mirada y una tierna sonrisa que impresionan; de esas que sin necesidad de decir nada, te alegran el día.
Dos anécdotas de la noche me hicieron reir mucho. Os cuento la primera, va de niños.
El niño se llama Juan como el padre, pero parte de la familia le llama Juanito. La madre no quiere que utilicen el diminutivo porque dice que le quedará para toda la vida Así que inició una simpática lucha por recuperar el nombre original del niño.
Pero hace unos meses, el pequeño se acercó a su madre y le dijo
- Hemos de hablar mamá. Quiero llamarme Juanito
Ufff, ¡ tanta lucha y el personaje principal va y se cambia de bando !
- ¿ Y por qué ? si me das una buena razón, lo cambiamos. - le contestó la madre
La respuesta del pequeño no tan pequeño
- Porque tiene la i.
Por lo visto es la primera letra que estudian cuando aprenden a escribir y para él es muy importante.
- Y porque - sigue Juan ya casi más Juanito - porque tiene más letras.
Ante estos dos argumentos, la madre ha tenido que aceptar el cambio. Por petición del niño, el cambio de nombre ha sido comunicado oficialmente a los amigos, familia, compañeros de clase, amigos del parque....
Como siempre llueve sobre mojado, la pequeña ha anunciado que ella también quiere cambiarse de nombre. En vez de Mercedes quiere que la llamen Primavera porque le gusta el sol, las flores y las mariposas. En este caso, una reflexión sobre el cariño de y a Nuestra Señora, ha impedido el cambio.
Volviendo a Juanito y su cambio de nombre. Imagino que para el niño el que el nombre sea más largo y tenga más letras, le da más importancia y categoría. No entiende que es un diminutivo.
Me ha hecho pensar que a veces en mi pequeñez, puedo pedir al Jefe un cambio de situación, sea un trabajo, amistad, localidad, estado..., lo que sea, porque estoy convencida que eso me hará grande, me dará más importancia y categoría.
A los ojos del Jefe, que sabe más, ese cambio me hace más pequeña.
A los ojos del Jefe, que sabe más, ese cambio me hace más pequeña.
Es que el Jefe está en todas. Los niños nunca dejan de sorprendernos. Y que sea así por mucho tiempo.
ResponderEliminarMe ha encantado todo, lo de los niños y la aplicación a uno mismo. Es una entrada redonda, muy bien escrita y, sobre todo, fecunda.
ResponderEliminarMuchas gracias.
Poco tiempo, pero entro y leo. Gracias. Vamos bien ;-)
ResponderEliminarMuy bonito el post. Los niños son la bomba y tienen una naturalidad que a los adultos nos asombra y nos descoloca, pero siempre se aprende de ellos algo, como tu reflexión final. Al final será Juanito, no cabe duda, pero con los años volverá Juan. Un abrazo
ResponderEliminarBuenos días Miriam. Sonríe con cada ocurrencia nuestra... me gustó mucho la analogía que realizas.Un abrazo.
ResponderEliminarA los fantásticos comentaristas... ¿A qué son geniales las historias de niños?
ResponderEliminarA mi me encantan y me rejuvenecen las neuronas (si es que eso es posible¡)