Cuenta que dejó una lata de aceite al lado del coche, mientras cargaba el maletero. Después subió al coche, y al minuto recordó que había dejado la lata en la acera, no la había subido al coche. Dio la vuelta a la manzana con la inteción de recogerla, pero al llegar al punto en donde debía estar la lata, ésta ya no estaba. Le entró una rabia.....
Compró dos más. Agarró una de las nuevas, y con muchísimo cuidado la perforó. Vaciarla no fue difícil, lo complicado se centraba en la segunda parte del plan: llenarla con agua. Pero él es casi obsesivo cuando se siente herido en su orgullo, y consiguió llenarla con agua sin que se notara el cambio.
Al día siguiente dejó la lata en la acera, subió al coche, arrancó, se alejó y a los cinco minutos volvió al punto de partida. Allí seguía la lata
Un día, y otro, y otro más, repitió la misma acción
Al cuarto día, al fin, la lata ya no estaba.
Según él, el que cogió la lata, la intentó vender. Confía en que el comprador, al comprobar que el aceite comprado era agua, habrá perseguido al vendedor hasta quitarle las ganas de vender productos robados.
Miro su cara mientras cuenta la historia, observo como sonríe al pensar en su venganza.
A propósito, estimada amiga, de las fiestas que se vienen, que pases una lnda Navidad y un próspero año 2014.
ResponderEliminarLa idea es buena, lo que pasa es que a lo mejor alguien ha estronjizado su auto, si fué así, espero que el ladrón timador acabe pagando su faena. Un abrazo
ResponderEliminarTal vez nunca lo sepa. ¿Valió la pena esa venganza?
ResponderEliminarEn cierto modo me recuerda a mí...
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