María sonreía mientras le comentaba a José lo emocionante que era poder hablar con Dios, sabiendo El la escuchaba desde bien cerquita, allí en su vientre, a centímetros del corazón.
- Sería genial poder tenerlo siempre tan dentro. Me encantaría que mi madre también pudiera llevar a Dios encarnado casi tocando el corazón. Y Ana. También Isabel Y que tu madre también hubiera vivido esto que es tan grande. Sería genial que el Señor entrara en el corazón de todas las mujeres dispuestas a amarLe, que sientieran su abrazo desde dentro .
Calla un momento, mira de reojo a José y continua
- Y que tú también llevaras a Dios Bebé dentro. Tú y todos los varones que quisieran recibirlo y adorarLe como merece ser adorado Dios
Estalla José en una carcajada.
- Pero mujer, el Niño que esperas no se puede pasar de una mujer a otra. Y hombres embarazados... eso sí que sería raro. ¿Dios hecho carne, Dios todopoderoso, dentro de cada hombre y de cada mujer que quisieran adorarLe?
María sonríe.
Sonríe y pide a Dios. Porque Ella, más que nadie, sabe que Dios todo lo puede.
José la mira, y también sonríe. Él también sabe que para Dios nada es imposible
José y María en su dimensión humana, hablando como una pareja de esposos común y corriente. Gracias por hacerlos ver desde esa perspectiva.
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