Entro en la iglesia y como acto reflejo mi mano se dirige a la cabeza
Y dibuja sobre mi una cruz.
Una cruz que no pesa.
Dos desgarros en el aire, que me marcan de arriba a abajo.
Me unen al resto de mortales, en el dolor, la confianza, el agradecimiento y la ternura.
Cuando el sufrimiento me busque, esas dos líneas sin peso me recordarán que sí existe un sentido.
Y que en el mayor dolor, absolutamente nadie está solo.
Siempre está ahí, ese Corazón clavado, desbordante, que mendiga confianza.
Esa cruz disolverá mis lágrimas en el Corazón del Jefe.
Y aunque mis ojos quizás sigan llorando,
Su Cruz, hará que aparezca, entre mis lágrimas, una sonrisa.
Y que mi cruz sea un peldaño para subir a la santidad.
ResponderEliminarUn abrazo
Un bello pensamiento, y una cruz unida a Cristo ya no pesa
ResponderEliminarAsí es Miriam, que nuestra cruz nos recuerde las cruces de todos nuestros hermanos y nos una a la Cruz de Cristo, que es la que nos salva. Un abrazo con cariño.
ResponderEliminarMe gusta tu visión de la Cruz. La Cruz es la fuerza de Dios para todos.
ResponderEliminarQuerida Mirian, te he dejado un premio en mi blog //consinnada.blogspot.com/ Puedes recogerlo si te gusta, a mi me lo dio Lucy, hija de Mento, y por eso lo valoro mucho.
Un beso grande
Qué preciosidad Miriam, qué bien expresado.
ResponderEliminarEs justo eso lo que siento cuando hago la cruz en momentos de dificultad, en el hospital, en ciertos momentos con mi sobrina...
Yo no lo hubiera expresado mejor.
Un abrazo.
No puedo contestar a tiempo los comentarios, ni entrar mucho en los blogs porque este mes voy liada, pero os leo.
ResponderEliminarGracias a todos por enriquecer el blog con los comentarios.
Especialmente en el tema de la cruz, me ayudan mucho
Militos,mogollón de gracias, me hace especial ilusión por venir, de rebote de Lucy. En cuanto pueda recojo el premio.
Genial semana a todos¡