50 rosas

Hoy no he visto sus manos, mas he contemplado su estela.

Quizás ella pensaba que no me daría cuenta, pero ha dejado rastro. He reconocido el aroma a ternura de sus huellas.

Algo ha puesto en la infusión del desayuno, no sé  qué, pero el dolor de cabeza de los últimos días ha desaparecido. Y he llegado puntual a la “Gran Fiesta” de la mañana.

Así, sin molestias, el resto del día ha sido más fácil: cuando he tardado en aparcar o la impresora se ha estropeado en el peor momento he podido sobrellevarlo con algo de gracia

No sé que hacer con la propuesta del banco.  He llamado a Nati para pedirle consejo, y sin poderle explicar nada, me ha contado lo de los resultados médicos de su padre, no son buenos. He colgado con la misma inquietud  inicial más la pena añadida por la situación de sus padres.

Necesitaba arroparme de voces amigas He probado con dos de la agenda y sólo repetían “fuera de cobertura”. Al momento ha llegado un correo de Anita, para quedar la próxima semana. Y otro de Nacho, con un montón de chistes de cocodrilos. ¿Ella les habrá dicho que necesitaba compañía? Es tremendamente pilla

Es tarde y estoy cansada, pero tranquila.

Ella hace suyos mis proyectos Lucha por ellos... y a veces los rectifica; yo soy su niña.

Le envío, envuelto en tres avemarías, un beso a través del espacio. Y aunque no la he oído recogerlo, sé, me consta que le ha llegado. Ha sonreído, los ojos le han brillado y ha tatareado algo

Mañana la saludaré 50 veces, porque mañana es su día. ¿Me tendrá algo especial preparado?