Sola, en el comedor, pensaba.
¿Qué sentido tenía esa Navidad? ¿Cómo celebrar Nochebuena con tanta tristeza?
Su mano, temblorosa y vacilante, siguió deslizándose por la mesa, hasta que tropezó con una tela. ¿Y eso?
Ah, era el manto de la imagen de la Virgen, la Madre que arrodillada contemplaba al Niño.
El manto de la Señora condujo su mano hasta la del Pequeño.
Sus dedos grandes rozaban los dedos pequeños
La mano de ella temblaba de miedo.
La del Bebé, parecía temblar de frío.
Buenos días Miriam. Nuestro propio misterio se explora mejor mirando los planos en la Sagrada familia.Un abrazo.
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