Hasta que no vi los ojos de José.
Y la mirada de María.
Y el brillo de la Vida que llevaba dentro, chispeando en los ojos de María
Siempre me había preguntado como Dios permitía tanta injusticia
Hasta que no vi la mirada de la Sagrada Familia
no caí en el dolor que Dios siente
al ver la insensibilidad,a veces crueldad,
con la que Sus hijos, hijos de Dios,
tratan a sus hermanos, también hijos de Dios
Desconsuelo de Dios que aumenta,
cuando la víctima es uno de sus hijos más débiles,
que tendría que ser custodiado por sus hermanos
a quienes Dios concedió mayor fortaleza.
Y lloré por no haber reducido mis quejas al Altísimo,
y por no haber añadido
palabras de consuelo y amor al corazón herido del Padre.
Sin dejar de lado las palabras de agradecimiento por los dones concedidos.
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