(Acabar como empezamos, con los recuerdos de la vasija)
Recuerdo una noche, hace mucho mucho tiempo.
La oscuridad cubre los árboles de carbón y azul. La luna los salpica de plata.
En la casa, un rayo de luz blanca entra por la ventana y se desparrama por el suelo de la habitación.
Fuera profundo silencio. Dentro pacífica calma.
De repente, un llanto.
María acaricia la cara del Niño, recoge sus lágrimas.
Pero la pena del Pequeño, no mengua
Se levanta, levanta al Niño, lo pasea, canturrea.
La veo moverse entre estelas de plata.
El bebe recogido entre sus brazos, ya no llora.
Ella se sienta. El niño en su regazo.
La claridad, prudente, envuelve su perfil pero ni les roza la cara
El Peque apoya su cabeza sobre el pecho de la Madre. Respira al compas de sus latidos.
La Madre apoya su mano sobre su cabecita.
Ambos se duermen.
También en sueños, respiran las mismas esperanzas, las mismas sonrisas, los mismos dolores.
Tanto durmiendo como despiertos, las dos caras reflejan la misma señal, la misma marca.
La del mismo Amor Eterno y Verdadero.
Gracias por todos y cada uno de los días de este mes que hoy acaba, gracias por cada entrada, por cada canto de amor a María que aqui has querido compartir con quien aqui viene.
ResponderEliminarQue Nuestra Señora te proteja y te lleve siempre por el camino de Amor hacia Cristo.
Dios te bendiga.
Un abrazo.
Buenos días Miriam. La maternidad espiritual con que perfumas estas entradas sobre las letanías tiene mi alma acandilada.Un abrazo.
ResponderEliminarSólo mil gracias por tantos detalles que nuestra maría te bendiga siempre y sea tu modelo a seguir que ella cuide de ti unidas en oración y un abrazo mil gracias
ResponderEliminarPrecioso texto.
ResponderEliminar¡Feliz día de todos los Santos!
Ha sido precioso, no me he perdido ninguna entrada de este mes. No sabía qué decir, por eso no he comentado. Pero gracias.
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