miércoles, 19 de octubre de 2011

Estrella de la mañana

El pequeño Juan se levanta y se acerca a Pablito para despertarlo. 
A él le ha despertado su madre y en sus encargos está el asegurarse que Pablito se levante, se arregle y desayune. 
Su madre y su padre han despertado con el audaz canto del gallo. 
Al gallo lo ha despertado la energía del sol. 
Al sol, la melancólica despedida de la luz de la luna que hace un drama de su retirada, aunque no dura ni un día.

Y muy temprano, cuando aun no clarea, se despierta María.
Aprovecha la tranquilidad de las primeras horas para rezar por la noche que se va y por el día que comienza.

Yo creo que Ella, que durante tantos años en la tierra se levantó temprano para empezar la jornada, ahora tambien está atenta a la madrugada.

Y así como antes alababa al empezar el día, ahora también canta.
Así como ya temprano acogía  a los peregrinos , ahora también  acoge al  que se acerca, sea la hora que sea.

Al preparar la casa, se acordaba de los retos e inquietudes que los suyos tenían para ese día
Y de los retos e inquietudes de los amigos de los suyos, esos que no querían saber nada de Ella.
Ahora también recuerda nuestros retos.
No los supera por nosotros, pero los recuerda y nos apoya. Y eso me anima.

Así como sabía que a ese día no le faltarían sus dolores, ahora también lo sabe.
Así como intercedía ante su Hijo; ahora  ya de buena mañana, también intercede.
Y así como escondía un dulce entre la comida que entregaba, esconde sonrisas y caricias de viento entre las agotadoras horas de nuestra jornada.

Así cuando nos levantamos, nos tiene todo un reino preparado.
Un reino con  dolores. Un reino con alegrías.
Un reino que lleva el triunfo marcado a fuego, marcado con sangre.
Un reino que al fin y al cabo, tiene por reina a una Madre, a María.


     

5 comentarios:

  1. Gracias por la esperanza que transmites y la belleza de tus escritos. ABRAZOS.

    ResponderEliminar
  2. Buenos días Miriam, me encantó tu descripción del reino y la madrugadora asistencia de nuestra madre para acompañarnos toda la jornada.Un abrazo.

    ResponderEliminar
  3. Gracias Miriam precioso tu escrito de hoy, asi me imagino a mi madre del cielo, velando siempre por mi. un abrazo

    ResponderEliminar
  4. Una bonita descripción. El amor humano nos sirve muchas veces para entender el amor divino.

    Un abrazo!

    ResponderEliminar
  5. De verdad, siempre es un placer leerte, pasarse por tu blog.

    Muchas gracias por compartirlo con nosotros.

    Un abrazote.

    ResponderEliminar