El experimento

En la solitaria ciudad de un agosto asfixiante, los clientes y el personal del supermercado se convierten en compañeros, colegas de supervivencia. 

Mi tía me ha encargado dos botellas de un vino que le encanta. Yo no entiendo absolutamente nada de vinos pero por el precio y el envase (botella de plástico) me da que no es de altísima calidad. Pero a ella le gusta, y ya está

Al ir a coger una de esas botellas, se me cae la de detrás, golpea el suelo, salta el tapón y ... terror¡¡¡¡,  el líquido granate se derrama  por el suelo. Alcanzo a levantarla cuando ya se ha vaciado en casi dos tercios.  

El suelo y mi cara se tiñen de rojo al mismo tiempo.

Levanto la vista y allí, delante mio, un chico del super. De unos 30 años, con barba y cara relajada.

- No pasa nada, yo me encargo No te muevas

Yo obediente, me quedo allí, como una estatua.

Vuelve con un rollo de papel y me da un trozo

- Te has manchado las piernas. Límpiate con esto. Y después pisa el papel que dejo en el suelo. No, no tienes que pagarla. No te preocupes, yo me encargo de recogerlo todo. Sigue con tu compra

A través de los pasillos veo como ha traído una fregona y va limpiando.

Llego a la caja, y  mientras hago cola veo llegar al chico, se acerca al cajero y le comenta,  

-¡ Lo que te has perdido!. Aprender a diferenciar entre un vino bueno y uno de polvos por como deja manchado el suelo. Se siente,te lo has perdido

Sonrisa amplia mía...

El cajero que también sonríe y murmura, 

-Pues ya tiraremos otra

Pienso yo, ¿estaría insinuando que el vino era muy bueno o ... no tanto? ¿Será un  licenciado en químicas que está trabajando en el super? 

Ya en la calle, camino con paso animado. He quedado gratamente sorprendida.  

Por el trato amable. 

Por las sonrisas

Pero sobretodo, por esa magia con la que alguien ha transformado una tarea (agarrar una fregona  y limpiar el vino) en todo un experimento científico.