jueves, 10 de noviembre de 2011

De noviembre, difuntos y un cuento de GG

Leí, en una recopilación de cuentos que no consigo localizar,  un cuento de  Graham Greene que me impresionó. Lo he buscado por internet y no consigo encontrarlo. Os explico más o menos el argumento según lo recuerdo (que dada mi memoria, no es mucha garantía).

Un chico, más adulto que joven, sentado bajo un árbol haciendo la siesta. Lo vienen a despertar porque la madre de su mejor amigo lo reclama. El amigo está muy enfermo y necesita hablarle antes de morir. 
El cuento describe  a los dos amigos, como un par de adultos vagos, perezosos , inmaduros y egoístas. Desastres. Uno vive del cuento, el otro del trabajo de su madre viuda que se desvive por él, su único hijo. Se aprovecha de sus atenciones, sin devolverle nada de cariño. 
Ya que el mensajero es un pesado e insiste, se levanta y se acerca a la casa del amigo. 
Este tiene muy mala pinta. Le comenta que se siente morir, y necesita alguien de confianza que le haga un favor, ya que no se fia de su madre viuda. Se tiene que asegurar cuando lo vayan a enterrar, que está bien muerto. No sea que le vuelva a pasar como cuando era joven, que casi lo entierran vivo, pensando que ya había fallecido. Se salvó porque cuando iban camino al cementerio se cruzaron con un médico famoso de otro pueblo que se paró, y al verlo dijo que estaba vivo.  
- Sí - dice el amigo -  yo también conocí a ese médico.
Fallece. Entra la madre y le pide al amigo que cierre los ojos de su hijo. 
Pero él no se atreve. Le angustia tocar los ojos.  
Le trae el recuerdo de ese día hace años, cuando él era ciego y ese mismo médico, el que salvó a su amigo,  le puso saliva en los ojos, y empezó a ver algo así como árboles.   Y luego recuperó la vista




Hasta no hace mucho, la parte del Evangelio que más me llamaba era cuando Jesús se cruza con la Viuda de Naim. Dice que "Al verla el Señor, tuvo compasión de ella, y le dijo: No llores." 
Claro que es normal compadecerse de una madre que pierde a su hijo. 
Pero que en el Evangelio mencionen que tuvo compasión y que le dijo "no llores", me parece impresionante. Es como si quisiera dejar claro que Dios no es ajeno al dolor, a ningún dolor. Y se preocupa, y te dice bajito para que no te asustes :  "no llores"

Cuando leí el cuento, me apareció una nueva dimensión con un nuevo interrogante.
¿Cómo vivieron sus días y noches  aquellos a quien Jesús curó? ¿Aquellos que recibieron sus dones?

Y de repente me sentí como si viviera en tiempos del evangelio.   

                                

2 comentarios:

  1. Buenos días Miriam. Espero que perdure en tí esa vivencia del tiempo evangélico hasta el último suspiro porque se ha quedado con nosotros para eso y alimentarnos y en este valle de lágrimas ya sabes a quién nos encomendamos.Un abrazo.

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  2. Nip. ¿por dónde paras?
    Tienes a medio mundo bloguero buscándote¡¡¡¡
    Ha desaparecido otra vez tu blog
    Da alguna señal, anda¡¡¡

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