Tenían unos ocho años. Los gemelos, mis sobrinos, con su abuela, mi madre, escogiendo que peli poner.
Mi madre, les convence para ver "Principe y Mendigo.
Los dos chavales son buenos, y a la vez distintos.
Uno más independiente y un tanto terremoto; el otro más investigador y un tanto empático.
A los cinco minutos, el segundo mira a la abuela y le pregunta
- ¿Acaba bien? El pobre príncipe está sufriendo mucho.
Yo no sé si el príncipe sufría, pero la cara de agobio del niño, era impresionante.
Vamos, que si no le aseguran que acaba bien, yo creo que deja de ver la peli
Me alegra comprobar que tanto videojuego bestia, no ha destrozado su sensibilidad.
Aunque... ahora, dos tres años después, no sé si la reacción sería la misma.
(Por intentar arreglar la entrada, la he borrado. La he reconstruido, como he podido.
¿Será que mi sobrino me tiene el ordenador intervenido?)
Ese niño es una monada.Ojala continúe con esa empatía cuando sea mayor
ResponderEliminarNo te quepa la menor duda. ¡Hay espías por todas partes! :)
ResponderEliminarMaria Jesus, yo también espero que siga preocupado por los demás, cuando crezca. Por eso lo miro de reojo cuando juega al ordenador con esos juegos de machaque, aunque ,al menos por ahora, no le afectan cuando vuelve a la vida real
ResponderEliminarTendré cuidado con los peques , Altea. Los crios cada vez saben más de ordenadores . Y cuanto más pequeños, más ciencia informática infusa . Es alucinante como , de renacuajos, controlan el teclado y el ratón y saben localizar el vídeo que quieren.