Nos colamos en la casa, aprovechando
que han dejado la puerta abierta mientras van entrando cajas repletas de alimentos. Parece que Dicto, el ángel,
ya conoce el lugar porque se dirige directamente y sin titubeos a la sala
grande.
- Pronto vendrán a arreglarla y
nosotros tendremos que irnos. Hemos de darnos prisa. – comenta Dicto.
Más vale que aceleremos, antes de que
entre alguien y se encuentre con el ángel
y nosotros, los dos
lobeznos, decorando el comedor a nuestra manera.
Dicto abre su bolsa y deja junto a
Béland dos botellitas, una dorada y otra plateada. Extrae después un montón de
lamparitas de aceite que va colocando en el suelo. Béland las va rellenado con
el aceite de las dos botellitas. No sigue ningún orden ni patrón, que para eso
mi prima siempre ha sido muy independiente. Yo agarro las que ya están llenas y subiéndome a unos troncos, las coloco sobre una
repisa.
Quedan bonitas alineadas. Quedaran
preciosas una vez encendidas
Dicto mientras trabaja, canturrea. De
tanto en tanto, se para, nos mira, y nos explica algún detalle de la misión que
estamos realizando. Béland y yo nunca preguntamos.
Nos cuenta que ese aceite que estamos
colocando en las lámparas, es un aceite especial
El de la botellita plateada está hecho de vida y alegría. Recoge
toda la ilusión del momento de dar a luz, del calor de la luna de miel, de la
claridad del buen consejo, de la luminosidad del consuelo y la paciencia, de la
chispa del enamoramiento, del resplandor del cariño a los enfermos, del brillo
de la entrega de los sacerdotes, de la llamarada del sufrimiento...
- ¿Y el aceite de la dorada?
- Ese aceite está confeccionado con los
latidos de los corazones que se acercan al Señor disfrazado, para hacerle
compañía un rato.
Añado una nueva cuestión en mi lista
de preguntas a realizar cuando acabemos la “Operación Vida”: averiguar quien es
ese Señor disfrazado.
Imagino que será el que hemos visto
esta mañana entrando en Jerusalén. Lo que no entiendo es como piensa
disfrazarse. Ese Hombre desprende tanta vida que le va a resultar muy difícil
esconderse. El disfraz tendrá que ser muy especial o será demasiado fácil
descubrirlo.
- ¿Y quién encenderá las lamparitas?
- El amor que se
derramará en esta sala, será el mayor que jamás se haya contemplado en corazón
humano. Ni el de una esposa, ni el de un esposo, ni el de una madre, ni el de
un padre. Ni siquiera el vicioso ama a su vicio como Dios ama a esa persona
- ¿A qué persona?
- A esa persona por quien lo dará todo.
No sé quien es esa persona. ¿Serán
todas? ¿Será cada una y por eso habla en singular?
- Vale, pero ¿quién encenderá las
lamparitas? ¿Quién hará arder el aceite?
Dicto sonríe,
pero no me contesta
Sigo
entendiendo poco, pero suena bonito.
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