Así es Nacho, pero ahora de cura, blanco y negro y dedicado cien por cien a sus anhelos.
Sigue hablando con la gente de la calle, pero algunos al identificar su entrega, le insultan, se burlan y le gritan. O se acercan zalameros para sacarle dinero, y una vez conseguido, desde lejos, le escupen. Otros le tratan con respeto y le ofrecen lo poco que tienen sea comida, una silla o el trocito de sonrisa que rescatan de una vida de tormentas.
Nacho dice que aunque parezca lo mismo, ahora es distinto. Ahora representa al Jefe, y los distintivos le ayudan a no olvidar a Quien representa y de Quien recibe su capacidad de ayudar. Y sobretodo a Quien lo debe todo. Ya no es él el que actúa. Yo, con ese lío de palabras, no le entiendo.
Sólo sé que cree en lo que hace.
Escucha a quienes nadie hace caso, con infinita paciencia. Sin cansarse de historias tristes, sea la de una madre abandonada, un crónico o alguien a quien se le ha muerto un cactus. Y nunca, nunca jamás dice a nadie que sus penas no son importantes o su dolor es pequeño. No juzga, no obliga; tampoco les miente. Se acerca a los corazones, poco a poco, para no hacer daño.
Nacho simplemente quiere. Quiere hasta que le duele
Nacho simplemente quiere. Quiere hasta que le duele
Le veo feliz. Algo envejecido, pero contento.
Hola."simplemente quiere. Quiere hasta que le duele"; me tengo que aplicar con alegría. Gracias.
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