Las calles desiertas. Todos están en sus casas, en pleno revuelo: abrazos y risas, recibiendo a la familia que llega de lejos, comentando las novedades, preparando la cena, compartiendo fotos y en algarabía de sentimientos.

Lleva unos escasos meses en el pueblo. Cuantas veces rodeado de gente, ha suspirado por estar así, a solas con su Señor. Hoy en cambio está cansado y triste, y la presencia del Señor parece no saciarle el alma. Agradecería un poco de compañía de los feligreses, de su apoyo. Son cosas del corazón que a veces a pesar de estar lleno, tiene sensación de hueco.

Sin darse cuenta, el alma, en un instante, se siente llena.
Un nuevo susto. La voz de Marcos, el pequeño de los Torras que le llama a grito limpio, desde la puerta de la iglesia. Se acerca. Viene de parte de sus padres a invitarlo a cenar a casa. Le sale del corazón darle un beso en la frente, pero decide comerse el gesto y darle un palmada en el hombro agradeciéndole la invitación. Llegará puntual a las 21h.
La enorme difusión que se ha hecho del perverso mal de unos pocos, le impide expresar el sano cariño que tiene a los pequeños. Cualquier gesto puede ser mal interpretado y juzgado sin derecho a defensa, por cualquier desconocido con ganas de guerra. Está bien, muy bien, que la gente incremente la prudencia, sobretodo en la protección de los más indefensos Pero de eso a condenar de entrada a todos los maestros, sacerdotes, pediatras, canguros, conductores y monitores, hasta que se demuestre que son inocentes .... eso cansa.
El alma sigue colmada de afecto.
Ha sido Marcos, la puerta, el astro, sus rayos, el reflejo dorado de la medalla, la imagen y el momento. Todo necesario, todo prescindible.
Ha sido Alguien que le ha permitido percibir por un momento la realidad. Y la realidad es que, aunque a veces no lo sienta, está repleto de amores. Está de Amor lleno.
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